top of page

FUERA DE LUGAR

Fuera de lugar se origina al tomar consciencia de la disonancia entre las imágenes difundidas sobre el fútbol femenino y las de la publicidad de las “chicas águila”. Para evidenciar ésta dualidad realicé un diorama en el cual estas dos realidades se ven  obligadas a dialogar, a tocarse directamente como metáfora del papel de la mujer en el contexto colombiano, ya que cada una posee un significante diferente en el subconsciente colectivo.

 

La obra presenta por un lado la imagen de las “Chicas águila” y por el otro la de un partido de las niñas de la  selección colombiana Sub – 17, con esta disposición se pretende señalar que las figuras femeninas que promocionan el fútbol no se asemejan a las que lo juegan; pues las dos imágenes nunca circundan el mismo contexto. La primera está hecha para hombres y la otra es producida por mujeres, en un mismo nivel semiótico el sujeto femenino es primero “representado”, en una imagen generada por el imaginario masculino, mientras que la realidad es relegada a las antípodas en la segunda imagen, que sí es el resultado de la realidad, entonces no cabe más que preguntarse: ¿por qué el imaginario no parte de la realidad?.

 

La respuesta está en que ésta visión es convexa, es una dislocación significativa  de la realidad que  no hace más que evidenciar que el sexo y el deseo es lo que vende, así pues la mujer es objetualizada y se convierte en fetiche, el cual no se crea a partir de la realidad sino en una fantasía en la que las mujeres comunes no figuran. Por éste mutismo de lo“ real” las mujeres fueron agentes pasivos y casi ausentes por años en éste deporte, fenomenología que se extiende, aún hoy, en numerosas prácticas y oficios de la sociedad, en las cuales los hombres se perpetúan como únicos protagonistas.

Así la imagen de las chicas de la sub 17 se convierte en una imagen infra-real, en el momento en que realice ésta obra  (mayo del 2008) no se les dio la difusión mediática correspondiente a una selección campeona de la CONMEBOL, y esta  condición resulta obvia cuando se entiende que el fútbol es un ritual masculino por excelencia; por ende la presencia femenina ha sido casi nula, no se le permite una visibilidad real a la mujer como sujeto, tan sólo existe en la pose, exhibiéndose como las chicas águila, a modo de objetos, ficciones de la realidad silenciada. 

 

Formalmente Fuera de lugar es un dispositivo que funciona por la contraposición de dichas imágenes en un ángulo de 90º; en cada uno de los lados de los diez ángulos se dispone una parte de la imagen total (chicas águila) y en el otro la otra (selección sub-17), así el espectador se ve obligado a desplazarse de lado a lado para poder ver ambas imágenes, recorrido que materializa lo troceada que se encuentra la realidad de la mujer como sujeto y enfatiza la ambivalencia del papel de lo femenino en esta facción sociocultural colombiana. Esta disposición física de las imágenes sugieren un punto ciego, ninguna de las dos puede ver a la otra, es ahí donde lo bidimensional es rasgado, fragmentado y yuxtapuesto para remarcar la inminente brecha semiótica, que sólo regresa a la unidad para volver a desplegarse en otra lectura. Ésta reedición de la realidad, dada por el recorrido de izquierda a derecha, es decir se lee desde las “chicas águila” hasta las jugadoras de fútbol, propone romper este mito femenino y así  presentar a las mujeres reales que también juegan fútbol, cuestionando esa periferia a las que nuestro imaginario de las “chicas águila” las había desplazado.

Esta metáfora sirve de igual modo para resaltar esa bidimensionalidad material que juega a ser tridimensional, esa imagen que juega a imponerse a la realidad y que choca con la misma, así la construcción visual de Fuera de lugar indaga en la relación dialéctica  que estas mujeres ejercen en la sociedad colombiana, en el discurso que construyen y en la pretendida unidad existencial que debiera de prevalecer en lugar de la imposición de lo irreal sobre lo real.

 

Finalmente Fuera de lugar pretende generar una tensión que se desprende desde la hegemonía de lo falocéntrico hasta la periferia, en donde la otredad cobra valor por sí misma, para desdibujar los imaginarios impuestos por la supremacía cultural, busca dislocar nuestras perspectivas convencionales al tomar la fragmentación visual como camino hacia una autocrítica, hacia un análisis de lo que significa “ser mujer” y del significante en que este “ser mujer” se traduce socialmente para redisponernos en el contexto como sujetos activos y  que evite esa partición ajena, esa partición prefabricada por lo masculino. 

bottom of page